Pinchi coraje

Al Estilo Mathey/Por Gustavo Cadena Mathey.

Buen día apreciado lector. Sí, pinchi coraje; ¡¡no mames!!, uno va a la tienda esa de Telcel de Ávila Camacho, pagas una buena lana, te tardan ¡tres horas!, para venderte el puto aparato, luego cuando lo usas, no sirve la puta cámara.

Vas a reclamar a Telcel que te lo cambien y la chingadera esa que “te atiende” después de kilométrica cola, te sale con que no te lo pueden cambiar, que lo debes dejar y perderás la información que tengas: “¡lo tomas o lo dejas¡, pendejo”.

¡Qué poca madre!, ¡váyanse a la erga! Y te vas bien encambronado y esos jijueputas no te resuelven nada ni te devuelven tu lana. ¡Qué pedo, cabrones!, no vayan a comprar nada a ese lugar, el pinchi gobierno no les hace nada, ¡vale madre!

¡¡¡¡¡????, pero ¿y ese lenguaje Gustavo?,

Pues resulta que ese es el idioma de hoy, lamentablemente usted lector lo escuchará todos los días y a toda hora. Es la nueva y moderna forma de expresarse de nuestra niñez, nuestra juventud y de muchos mayores. El reportero lo escucha no solo en su ambiente; se escucha en el camión urbano de pequeñas bocas femeninas, de alumnos de la primaria cuando salen de la escuela; pues y usted lector ¿los maestros lo permiten en las aulas, usted lector lo permite en su casa? ¿o este pinchi escandalizado viejito ya está totalmente en la prehistoria?

No se vale, ¿qué nos pasa?

Lo que tampoco se vale son los auténticos asaltos que comete a diario y a todas horas la empresa Telcel, que vende aparatos defectuosos como el que vendió al reportero hace poco en la tienda de Ávila Camacho y cachetonamente no se hace responsable.

Como sus empleados saben que el cliente no se va a arriesgar a perder su información se irá a su casa mascullando su coraje sin que ningún gobierno y menos el “honesto del Peje” que gracias a Dios ya pronto se irá a la chingada en poco tiempo, haga nada.

TU TAMBIÉN CHEDRAUI?

Por cierto y a propósito, una lectora me hizo llegar su indignación por la forma en que fue tratada en una tienda de Chedraui de la Revolución. Afirma que luego de comprar, en la caja la detuvieron y le acusaron arbitraria y vergonzosamente los vigilantes, de esconderse una pieza, por lo que además del bochorno para liberarla, le hicieron pagar doble el producto. Qué arbitrariedad señores.

El reportero conoció y tuvo amistad personal con el viejo dueño Don Antonio y no toleraba esas cosas.

Otro detalle: en la plaza Museo llevan años con el acceso de los autos a través de la calle empedrada. ¿Qué la empresa no puede pavimentar esos pocos metros para entrar al estacionamiento?

Ah, y en el acceso de la avenida Orizaba a la farmacia Guadalajara igual tremendo hoyo. ¿Qué están esperando que se los resuelva Ahued?

¡¡¡¡No mamen!!!

Bueeno, querido lector, ofrezco disculpas por el lenguaje soez. Cuide por favor el agua y las plantas.

gustavocadenamathey@hotmail.com

Gustavo Cadena es premio nacional de periodismo.

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