La percepción como herramienta

Punto de Vista/Por Filiberto Vargas Rodríguez.

Prefacio.

Preocupante, de verdad, la amenaza que se cierne sobre el pujante municipio de Alvarado, territorio en el que, hoy por hoy, se ubica la zona inmobiliaria de mayor plusvalía en toda la entidad. *** Conocida como La Riviera Veracruzana, la zona fronteriza del municipio de Alvarado con el de Boca del Río es ya la más atractiva porción de tierra, frente al mar, para la construcción de fraccionamientos del más alto espectro. *** Los terrenos en esa zona se cotizan en dólares y compiten en precios con exclusivos desarrollos inmobiliarios de La Florida, en Estados Unidos. *** Esto no es nuevo, ni se produjo de la noche a la mañana. Es una tendencia lógica en el crecimiento demográfico que hoy ya tiene conurbados a Veracruz y Boca del Río, y que ya está abarcando otros municipios, como Medellín y Alvarado. *** El problema surge cuando –como es lógico- surgen verdaderos coyotes, traficantes de influencias que se dedican a asaltar y extorsionar a inversionistas y desarrolladores que pretenden apostarle al crecimiento económico de Veracruz. *** El ayuntamiento de Alvarado está infestado de sujetos con ese perfil, que han ocupado posiciones relevantes en anteriores administraciones municipales y presumen de contar con las relaciones que hacen falta para conseguir permisos de construcción, traslados de dominio, cambios de uso de suelo y todo lo que se requiera. Todo, claro está, mediante una compensación, ilegal y bastante onerosa. *** Muy atento debe estar el alcalde alvaradeño, Bogar Ruiz, para evitar que estos depredadores echen por tierra el mayor potencial económico de la región.

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Concluyó el período de precampañas y estamos ya inmersos en la etapa más oscura de los procesos electorales de México. Es en este momento en el que se echa a andar la maquinaria de la “guerra sucia”, de las descalificaciones, de los infundios, de las infamias.

Ya en los cierres de precampaña se pudieron percibir, además, las expresiones triunfalistas, los anuncios de triunfos contundentes, de ventajas insuperables, de tendencias “irreversibles”.

Todo eso -y mucho más- debe ser analizado desde la óptica de la propaganda electoral. No hay sondeo de opinión que no ubique como la tendencia mayoritaria a los indecisos. Este grupo de ciudadanos se ubica siempre muy por encima del más destacado contendiente. Es a la conquista de ese “nicho de mercado” al que le apuestan los que marchan rezagados, pues entienden que ahí hay una reserva de votos capaz de revertir cualquier tendencia.

Los llamados “indecisos” son aquellos que frente a los encuestadores suelen responder que no han decidido aún cuál será la intención de su voto. Muchos de ellos (si no es que la mayoría) toman esa decisión justo en el momento en el que tienen las boletas en una mano y el crayón en la otra.

¿Qué factores toman en cuenta los “indecisos” al momento de emitir su voto?

Especialistas en la materia sugieren que la mayoría de estos votantes optan por aquel candidato que ellos “creen” que va a ganar, debido a que no tienen a un candidato que ellos “quieran” que gane.

Es por eso que, en la lucha por conquistar esa gran reserva de sufragios, los candidatos y sus estrategas le apuestan a asumirse como ganadores, de manera que se genera esa percepción entre los “indecisos” y al final se inclinen por ellos.

La nueva Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales puso ya atención en ese tópico, y en las fracciones tercera y cuarta de su Artículo 213 establece:

“Las personas físicas o morales que difundan encuestas o sondeos de opinión deberán presentar al Instituto o al Organismo Público Local un informe sobre los recursos aplicados en su realización en los términos que disponga la autoridad electoral correspondiente. La metodología, costos, personas responsables y resultados de las encuestas o sondeos serán difundidas en su página de Internet, por los Organismos Públicos Locales en el ámbito de su competencia”.

Esto es, el órgano electoral establece lineamientos para verificar que las encuestas que se hagan públicas tengan una base científica y procedimientos aceptables.

Las encuestas o sondeos de opinión durante los procesos electorales tienen dos objetivos muy claros y diametralmente opuestos. En primer lugar, sirven como mecanismo de evaluación interna. Son herramientas muy útiles para tomar decisiones y marcar el rumbo de una campaña política.

El otro objetivo de las encuestas es el propagandístico. Se difunden aquellas mediciones en las que el candidato va a la cabeza, o en las que ha logrado avanzar en forma considerable en las semanas recientes, de manera que se plantea una posibilidad tangible de que alcance y supere al que va arriba.

Ningún candidato difundirá una encuesta en la que se ubique tan distante del triunfo, que este se perciba inalcanzable, o en aquellas en las que se le vea descendiendo.

En esta etapa de precampañas Andrés Manuel López Obrador y sus voceros han insistido en que la ventaja que lleva es ya irreversible, y que no hay nadie con posibilidades de alcanzarlo. Por su parte, Ricardo Anaya y José Antonio Meade se asumen como “los que van en segundo” y ambos han difundido (a trasmano, no de manera frontal) sondeos en los que incluso ya hablan de un “empate técnico” (que se da cuando la diferencia entre dos candidatos es menor al margen de error de la encuesta) con el candidato de Morena.

En Veracruz, en la carrera por la gubernatura, las distancias entre tres de los cuatro candidatos parecen cerrarse. Miguel Ángel Yunes Márquez asegura que marcha a la cabeza, pero Cuitláhuac García afirma lo mismo. Ambos coinciden en que Pepe Yunes va en tercer lugar y ya, prácticamente, fuera de la competencia.

Sin embargo, el candidato del PRI fue el que mostró mayor activismo durante la precampaña y asegura que las distancias no son tan grandes y que ha sido quien más ha avanzado en las semanas recientes, lo que lo ubica como un contendiente “incómodo” para los que marchan adelante.

No perdamos de vista que todas estas afirmaciones están basadas en encuestas que fueron contratadas para su difusión, pues nadie muestra las otras, las que son herramienta interna.

Bien dicen que para ganar no sólo hay que ser un buen candidato, sino parecerlo.

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Epílogo.

Con todo y sus reuniones “al más alto nivel”, ni con las reuniones semanales del Grupo de Coordinación Veracruz, ha conseguido el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares frenar a la delincuencia en Coatzacoalcos y municipios aledaños. Ya no se le puede echar la culpa a la delincuencia organizada, ya nadie cree que “todo es culpa de Fidel y Duarte”, ya es hora de que el gobernador admita que sus colaboradores en la tarea de brindar seguridad y procurar justicia han fallado. ¿O acaso espera hacerlo hasta después del primero de julio? *** Nada han dicho las autoridades estatales acerca de los señalamientos directos en el sentido de que José María Guízar Valencia, el Z-43, gozaba de la protección de los mandos policiacos de la entidad. ¿Será que los únicos policías malos son aquellos que trabajaron en el pasado gobierno?

filivargas@gmail.com

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