Prosa Aprisa
Urbanidad política.
Luego de los años turbulentos que hemos vivido los veracruzanos por los pleitos personales de los gobernadores Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa con el ahora gobernador electo Miguel Ángel Yunes Linares, resulta alentador que el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado, haya declarado ayer que una vez que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resuelva en definitiva el resultado de la elección del pasado 5 de junio, si confirma el triunfo del panista tendrá una relación de “urbanidad política” con él.
Las consecuencias de la pugna personal entre los priistas y el blanquiazul, que ha costado millones de pesos gastados por los dos últimos ex gobernadores tricolores para desacreditar a su odiado enemigo en campañas mediáticas, la han pagado los veracruzanos, que no quieren seguir siendo rehenes por un pleito que no es de ellos ni les interesa.
La salida de Javier Duarte del Gobierno del Estado debe ser un punto de inflexión para superar doce años de una guerra personal y política absurda para los intereses de Veracruz y que sólo ha servido como un distractor ante graves problemas y de fondo que afectan a la población y que urge resolver.
Hace doce años Fidel Herrera Beltrán ganó sólo en un tribunal la elección de gobernador, tan reñida que había estado que el entonces candidato del PAN, Gerardo Buganza Salmerón, impugnó ante el TEPJF el triunfo que le había otorgado la instancia local al cuenqueño, y sólo una negociación política logró que el priista salvara el pellejo, lo que alargó el tiempo para la resolución final, de tal forma que el resultado definitivo de la elección que se había dado el 5 de septiembre de 2004 se obtuvo hasta el 2 de noviembre de ese año (Buganza sigue estando seguro que ganó limpiamente en las urnas pero el entonces presidente Felipe Calderón negoció con los priistas su derrota).
Recuerdo haber vivido de cerca esa elección. Hiperactivo como era, en aquel entonces Fidel había anunciado y había preparado un nuevo recorrido por el estado pasados los comicios para agradecer a los veracruzanos su voto, según informó en su momento. Su gira se frustró ante la incertidumbre en que cayó por la impugnación de su “triunfo” e incluso eso hizo a que se concretara a hacer su defensa ante el tribunal federal, echando a un lado la selección y nombramiento de quienes serían sus colaboradores, lo que sólo pudo realizar en noviembre, a días de asumir el poder.
Esto lo traigo a cuento porque aunque en una circunstancia diferente, ya que no se cuestiona el triunfo en las urnas de Yunes Linares sino que se acusa a la Iglesia católica de haber hecho campaña a su favor, el PRI se inconformó ante el dictamen del Tribunal Electoral de Veracruz que reconoció el triunfo del panista y lo declaró Gobernador electo, e interpuso un juicio de revisión constitucional electoral, por lo que está pendiente la sentencia definitiva, que se espera para los próximos días.
Las circunstancias de agitación que vive el estado por la situación que dejó Duarte harían pensar que la Federación no querrá echarle más gasolina a la leña ardiendo y no impedirá que se reconozca el triunfo de Yunes Linares, porque sería desconocer la voluntad de los miles que votaron por él, so riesgo de una rebelión popular por inconformidad, con el consiguiente escándalo mediático que desataría una decisión en su contra.
Flavino Ríos, según declaró ayer, tiene muy claro que el proceso de entrega-recepción debe iniciar el próximo 1 de noviembre, dentro de 18 días. A mi juicio, para la tranquilidad política y social del estado, es bueno que adelante que habrá urbanidad política, la que permearía el periodo legal de transición y permitiría una entrega-recepción tersa, en los mejores términos.
Cuestionamientos aparte que se le hagan por algún interés o por el resultado de su trabajo, seguramente honrará su calidad de político profesional y no desaprovechará la oportunidad que le dio la vida de llegar, sin esperarlo, al más alto cargo al que un veracruzano puede aspirar, siendo garante de la entrega ordenada del gobierno a su sucesor, lo que se espera que así suceda.
El ahora gobernador interino no es nuevo en la conclusión de un gobierno y la entrega al sucesivo. Le tocó estar en el final del cuatrienio del gobernador Dante Delgado, cuando era Subsecretario de Gobierno; luego, en el del sexenio del gobernador Miguel Alemán, y ahora ya en su calidad de titular del Poder Ejecutivo. Sabe, pues, lo que hay que hacer y cómo se debe hacer. Es político y para nada me extrañaría que la urbanidad política que ofrece se sellara con un apretón de manos con su sucesor, en forma respetuosa e institucional, de Ejecutivo a Ejecutivo, que no necesariamente de amigos ni de correligionarios políticos, aunque alguna vez lo hayan sido.
La oposición partidista, la diferencia de ideologías y banderías políticas no tiene porque devenir necesariamente en un pleito personal, no cuando se trata de políticos profesionales, y yo tengo toda la seguridad, porque los conozco desde jóvenes, generacionales como somos, que ambos, Miguel Ángel y Flavino, lo son.
Los veracruzanos todos, estoy seguro, les agradecerán que se conduzcan con toda la madurez y la civilidad de que sean capaces para tranquilidad del estado, que no la tiene desde hace mucho. Creo que, aparte el ex gobernador Duarte y sus problemas ahora con su partido y con la PGR, nuestros políticos, sean del partido que sean, deben ver para adelante. Diferencias siempre las tendrán, si hasta en las mejores familias existen, pero deben dirimirlas en las urnas, con ideas, con argumentos.
Fue aquel gobernador sureño, Fernando López Arias, quien acuñó una frase que debiera cobrar plena vigencia ante la circunstancia que se vive ahora: “Veracruz es primero, contra Veracruz nunca tendremos razón”.
Se peló verdadero pájaro de cuenta
Se informó ayer que, finalmente, salió del gobierno estatal Ricardo Sandoval Aguilar, un polémico personaje acusado de muchos actos de corrupción a su paso por diversas dependencias de la administración.
Dejó ayer el cargo de Director de Administración de la Secretaría de Salud. El rosario de acusaciones en su contra es muy largo y por montos cuantiosos.
Este personaje, ante las investigaciones por actos de corrupción que han endurecido las autoridades, ha amenazado de que si va a la cárcel no se irá solo. Según él, guarda un teléfono celular con los mensajes que le enviaban desde la Casa Veracruz solicitándole gruesas sumas de dinero y amenaza con revelarlos si no lo defienden y blindan.
Por lo pronto, lo grave por el momento es que se le dejó ir libre en lugar de enviarlo ante los tribunales y de ser posible a prisión, ante tantos señalamientos de que es objeto. ¿O es que en efecto se le facilita la huída para que no cante?